Configurando tecnologías digitales que den capacidad a las personas para poder construir sus vidas
05 mayo 2023
A lo largo de 2023, a la vez que celebramos el 75º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Derechos Humanos de las Naciones Unidas, a través de su Iniciativa Derechos Humanos 75, pondrá su foco de atención en una serie de cuestiones de derechos humanos, las cuales necesitan de medidas concretas y urgentes por parte de los Estados y otros responsables. En mayo, nos fijamos en el espacio en línea y fuera de línea que las personas necesitan para promocionar y proteger sus derechos humanos y definir su futuro.
Cuando la World Wide Web se puso a disposición del público en abril de 1993, su inventor, el científico británico Tim Berners-Lee, confiaba en que tendría un doble propósito: ser un instrumento con validez para siempre y que fuera accesible para todo el mundo, en todos los lugares, sin discriminación alguna. Treinta años más tarde, el mundo es testigo de una paradoja.
Por un lado, las nuevas tecnologías han contribuido al progreso humano permitiendo a un número incontable de personas acceder a Internet, cerca de cinco mil millones de personas se conectaron en 2022, de acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, según siglas en inglés). Las cifras de la ITU muestran una firme tendencia al alza en lo que se refiere a la capacidad de las personas para acceder a información procedente de todo el planeta y para aprender conocimientos que anteriormente quedaban fuera de su alcance (a pesar de que muchos cientos de millones de estos usuarios continúan lidiando con un acceso que les es caro y a menudo de poca calidad).
Las tecnologías digitales han ampliado de esta manera el modo en que las personas ejercen casi todos los derechos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, desde la libertad de pensamiento, expresión, asociación, reunión, incluso el derecho a la vida privada, así como el derecho a una educación, atención sanitaria, a un trabajo y a protección social.
Las generaciones más jóvenes están especialmente presentes en el mundo en línea. Niños, niñas y jóvenes se conectan en el entorno digital desde que nacen, lo que convierte a estas tecnologías en una parte integral de sus vidas. Según cifras de la ITU, uno de cada tres usuarios de Internet tiene menos de 18 años, y el 71 por ciento de los jóvenes entre 15 y 24 años de edad usan Internet, lo que convierte a los niños y jóvenes en el grupo de edad más conectado en todo el mundo.
Un tercio de la humanidad permanece desconectado
Por otro lado, casi 2,9 mil millones de personas, aproximadamente un tercio de la humanidad, sigue sin acceso a la red y por tanto privados de las muchas ventajas que conlleva estar conectado.
Quienes son dejados atrás en términos de acceso a Internet refleja antiguos modelos de discriminación, a pesar de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 5 y 9, los cuales aspiran a conseguir acceso universal y asequible a Internet en los países menos desarrollados y a eliminar la brecha digital de género.
«¿Quiénes consiguen conectarse y quiénes se están quedando atrás? ¿Cómo de seguro, accesible y estable es el entorno digital? Se necesita una labor más ardua para sacar conclusiones y tener una voluntad más deliberada para hacer partícipes a las personas que viven en la pobreza y en zonas remotas. Analizar cuáles son las barreras ha cobrado una mayor urgencia,» afirmó Marcelo Daher, oficial de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, al prestar atención al espacio cívico a la vez que añadía que los cierres de Internet ordenados por el gobierno también dan como resultado restricciones severas de derechos y de la libertad de expresión.
En un informe de 2020 presentado al Consejo de Derechos Humanos, Derechos Humanos de las Naciones Unidas destacó que los gobiernos, en especial en África, Asia y Oriente Medio, han aplicado con frecuencia medidas con la intención de evitar u obstaculizar el acceso, o la difusión, de información en línea. Estos cierres se disfrazan de distintas maneras, e incluyen ahogar el ancho de banda para ralentizar el acceso a Internet, bloquear aplicaciones específicas como las redes sociales o los servicios de mensajería, además de bloquear parcial o totalmente el acceso a Internet.
El informe describía cómo los cierres limitan las comunicaciones cuando estas son más necesarias que nunca, a menudo durante crisis o emergencias, privando a las personas de estar en contacto con sus seres queridos y permitiendo que se cometan abusos de derechos humanos.
«Los cierres de Internet afectan con demasiada frecuencia a comunidades que ya se encuentran en riesgo de exclusión, profundizando en la práctica la brecha digital,» declaró Daher.
Restricciones al espacio cívico, fuera de línea y en línea
El espacio cívico constituye el entorno propicio para que la sociedad civil desempeñe un papel en la vida política, económica y social. El espacio cívico permite a las personas y a los grupos contribuir a la formulación de políticas que afectan a sus vidas, incluyendo el modo en que se ponen en práctica estas políticas.
Este espacio cívico resulta fundamental para que los titulares de derechos participen en todos los tipos de derechos. No obstante, este espacio cívico recibe cada vez más presión por parte de leyes represivas y mayores restricciones a la libertad de expresión, de participación, de reunión y de asociación. Los agentes de la sociedad civil, incluidos los defensores y defensoras de derechos humanos y las personas que cooperan con las Naciones Unidas, también se enfrentan actualmente a represiones, en la red y fuera de ella, en todo el mundo. En 2022, Derechos Humanos de las Naciones Unidas informó sobre cómo los espacios para la participación y el debate habían resultado perjudicados por la respuesta a la pandemia de COVID-19.
A la vez que el debate y la participación pública se desplazan cada vez más a Internet, Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha defendido la regulación del ámbito digital de tal modo que beneficie al futuro de las personas y que respete la promesa del Artículo 1 de la Declaración Universal, la cual, hace 75 años, declaró que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos,» y que también aspira a proteger a aquellos y aquellas que hacen realidad la declaración: los defensores y defensoras de derechos humanos.
«Es necesario realizar varias preguntas incómodas, dado que una gran parte de la esfera digital está en manos de empresas privadas y teniendo en cuenta la manera en que los Estados interfieren en el contenido en línea ya sea directa o indirectamente: ¿Podemos permitir que se debatan las decisiones sobre contenido y privacidad desde una perspectiva basada casi exclusivamente en los beneficios económicos? ¿Cómo de transparentes y abiertos son los procesos de toma de decisiones sobre moderación de contenidos y protección de datos? ¿Cómo podemos garantizar la asunción de responsabilidades?» preguntó Daher. “Es clave que discutamos, con la participación de personas procedentes de diferentes comunidades de todo el planeta, cómo regular y configurar el espacio digital de tal manera que sea positivo para las personas y que no solamente respete sus derechos, sino que les ayude también a prosperar.»
Lamentablemente, no todos los sueños que albergaba Berners-Lee se han hecho realidad. Las tecnologías digitales han sido utilizadas para suprimir, limitar, y violar los derechos de las personas, incluyendo los de los defensores y defensoras de derechos humanos. Numerosos países han promulgado leyes que han resultado en una restricción del espacio de estas personas para operar. Con demasiada frecuencia, las legislaciones adoptadas para hacer frente a efectos negativos del uso de la red, como pueden ser los delitos cibernéticos y la difusión del discurso de odio o la desinformación, han sido usadas como armas para limitar la privacidad y la libertad en línea.
«Los Estados Miembros de las Naciones Unidas han declarado en muchas ocasiones que los derechos vigentes fuera de línea también se aplican en el entorno digital. Pero no resulta tan sencillo trasladar esta máxima a las normativas y a la práctica,» aseguró el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Volker Türk. «Las personas tienen derecho en cualquier lugar del mundo a usar Internet para acceder a información y para expresar sus opiniones», añadió, «y deben ser capaces de hacerlo de forma segura, conservando su derecho a la privacidad, a la no discriminación, y a que se respeten sus puntos de vista y que estos sean tenidos debidamente en cuenta. Türk instó a gobiernos y empresas a adoptar los pasos necesarios para garantizar que esto sea una realidad, incluyendo a los diseñadores de herramientas y plataformas digitales, además de a los reguladores de la industria tecnológica.
Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha observado, en paralelo, que las amenazas y ataques en línea están en aumento y que sirven para disuadir a las personas de poder expresar sus opiniones. Para asegurar que las personas pueden usar el espacio digital para debatir abiertamente e intercambiar información e ideas todos los días, los defensores y defensoras de derechos humanos, periodistas, y comunidades enteras de todo el planeta buscan medios eficaces para responder a este problema. Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha intensificado también sus esfuerzos destinados a asegurar que Internet cumple con su promesa.
Para ello se intenta elaborar un mapa más sistemático de los desafíos en materia de derechos humanos a los que se enfrentan los defensores y defensoras de derechos humanos, así como los y las periodistas; conectar a los defensores con organismos que les protejan y que puedan prestar apoyo a víctimas de ataques en línea; desarrollar la capacidad de los actores de la sociedad civil para poder protegerse ellos mismos; además de mejorar el diálogo con las empresas de comunicación digital.
La oficina regional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Bangkok, Tailandia, y el componente de derechos humanos de las Misiones de Asistencia de las Naciones Unidas para el Iraq han apoyado las iniciativas de la sociedad civil para conseguir mejorar la auto-protección, han elaborado directrices y llevado a cabo campañas de sensibilización y formación para diferentes públicos de la sociedad civil.
«Conseguir espacios en línea más seguros requiere dar capacidad a aquellos y aquellas que son atacados con mayor frecuencia para que puedan defenderse ellos mismos,» subrayó Daher, a la vez que añadió que una protección eficaz, tanto en línea como fuera de línea, necesita de redes de colaboración donde se intercambien experiencias, herramientas y contactos, ya que las dificultades van también cambiando y extendiéndose y los recursos son siempre escasos.