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Contribución de las políticas orientadas a la familia en la promoción y protección de los derechos humanos, así como el papel que desempeñan a la hora de contener los efectos de las megatendencias tales como los cambios tecnológicos, la urbanización, la migración, los cambios demográficos y el cambio climático en el funcionamiento y bienestar de la familia

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25 junio 2024
Pronunciado por: Alto Comisionado Adjunto de la ONU para los Derechos Humanos Nada Al Nashif

Las familias, cuando tienen un funcionamiento óptimo, son nuestra primera introducción al amor; al cuidado; al apoyo y a la capacitación que nos permiten crecer y alcanzar nuestro máximo potencial; a las posibilidades de elegir, y a nuestros derechos.

Es por esto que es necesario proteger y ayudar a las familias para que propicien un entorno favorable para el crecimiento y bienestar de sus miembros. Las familias desempeñan también una función vital a la hora de fomentar el desarrollo social, la cohesión y la integración en sociedad.

Durante milenios, han existido formas diversas de familias en diferentes países y culturas. Por esta razón hoy celebramos a todas las familias en su esplendorosa diversidad, y reconocemos su papel fundamental en la sociedad y en el disfrute de los derechos humanos por parte de los miembros que las componen.   

Hay tres puntos que son evidentes.

Todas las familias deben constituir espacios donde todos los miembros de las mismas puedan disfrutar sus derechos humanos.

En todas las familias, todas las personas que las componen deben vivir sin discriminación.    

Y en todas las familias, es necesario garantizar el derecho a la igualdad de las mujeres y el interés superior de los niños.

¿Qué significa esto en concreto?       

Que todo el mundo mayor de edad tiene derecho a comenzar una familia, en función de su libre voluntad. De elegir libremente a su cónyuge, o de casarse.    De elegir cuando, o si tener o no un hijo. De no ser separados en contra de su voluntad. De que se reconozca su relación de forma legal, independientemente de su orientación o identidad de género.

Que la igualdad comienza en el hogar y se cultiva en casa. Para las mujeres, los niños y niñas, las personas con discapacidades, las personas mayores, para todo el mundo: todos los derechos y libertades han de ser respetados dentro de la propia familia, al igual que han de serlo en todos los aspectos de la sociedad.  

Que, de forma concreta, el derecho de las mujeres a la igualdad se respeta plenamente.    Las mujeres deben tener igualdad de derechos y responsabilidades en la crianza de los hijos, en la toma de decisiones, además de sobre la propiedad y las herencias, tanto en la ley como en la práctica.

También se deben respetar la dignidad y la autonomía en la esfera familiar. Se deben escuchar las opiniones de los niños y niñas.   Las personas con discapacidad deben recibir también apoyo para poder tener control sobre sus vidas y para poder participar en la sociedad.

Y esto significa, por encima de todo, seguridad. Un espacio familiar debe ser un espacio seguro, libre de violencia, abusos, donde no exista la negligencia o la explotación.

Los Estados tienen la obligación de hacer todo esto una realidad.

Deben reformar las leyes que condonen, legalicen o toleren la discriminación o la violencia en la familia, y proporcionar medidas de protección para las víctimas y supervivientes.

Deben prestar apoyo a las familias para que puedan vivir vidas dignas, ofreciendo servicios públicos de calidad y empleo decente, de forma especial en períodos de convulsiones y crisis.

Finalmente, los Estados deben propiciar también la reunificación familiar de los migrantes, los solicitantes de asilo y los refugiados, y evitar separar a los miembros de familias contra su voluntad.

Permítanme que concluya, una vez más, acogiendo esta celebración de las familias de todo el mundo en toda su magnífica variedad en el 30º aniversario del Año Internacional de la Familia.

Gracias.

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