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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Debate virtual “Los Derechos Humanos de las personas de edad en la era de la COVID-19 y en el futuro” con la Alta Comisionada para los Derechos Humanos y el nuevo Experto Independiente sobre el disfrute de todos los derechos humanos por las personas de edad

12 mayo 2020

Inglés

Declaración de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet
Martes 12 de mayo 14:00-15:00

Embajador Skoknic y Embajador Stadler, Presidentes del Grupo de Amigos de las Personas de Edad en Nueva York y en Ginebra,

Excelencias,

Colegas,

Es para mí un placer reunirme con ustedes en este oportuno y vital debate sobre los derechos humanos de las personas de edad y agradezco a la ONG Committee on Ageing (Comité sobre el Envejecimiento) por organizarlo.

Permítanme dar una calurosa bienvenida a la Sra. Claudia Mahler, en el comienzo de su mandato como nueva Experta Independiente sobre el disfrute de todos los derechos humanos por las personas de edad.

Me gustaría también rendir homenaje a su predecesora, la Sra. Rosa Kornfeld-Matte, por su destacada labor durante los últimos seis años.

Estimados amigos,

La pandemia de la COVID-19 continúa siendo un reto para nuestras sociedades, nuestras comunidades y para nosotros mismos, con graves consecuencias que posiblemente perdurarán mucho tiempo.

Mi Oficina ha estado siguiendo de manera activa el impacto para los derechos humanos de esta crisis en todo el mundo y trabajando con nuestros socios para integrar los derechos humanos en las respuestas humanitarias y socio-económicas de las Naciones Unidas.

Todos nosotros estamos atravesando momentos muy difíciles, pero el virus representa una amenaza particularmente grave para las vidas y salud de las personas de edad.

De hecho, la tasa de letalidad en las personas de edad es por lo general más alta, y en las personas mayores de 80 es cinco veces superior al promedio global.

Seamos claros: todas las vidas tienen el mismo valor.

Nuestros derechos no disminuyen con la edad.

Hemos de garantizar que las decisiones médicas difíciles se guían por un compromiso con la dignidad y el derecho a la salud, y que se basan en necesidades médicas, criterios éticos y en las mejores pruebas científicas disponibles, en lugar de solamente en la edad.

Menos visibles, pero no por ello menos preocupantes, son los efectos más amplios de esta crisis: la denegación de atención sanitaria para afecciones no relacionadas con la COVID-19; el abandono y el abuso en instituciones y centros asistenciales; un aumento de la pobreza y el desempleo; las dramáticas repercusiones para el bienestar y la salud mental debido al distanciamiento físico y el aislamiento social; y el trauma del estigma y la discriminación.

Me preocupa especialmente la situación de las personas de edad en residencias e instituciones asistenciales. En Europa, según la Organización Mundial de la Salud, la mitad del total de fallecimientos se han producido entre los residentes de centros asistenciales a largo plazo.

Las personas de edad que han de pasar la cuarentena con miembros de su familia o con cuidadores pueden tener que enfrentarse a riesgos más elevados de violencia, abusos o abandono.

Las mujeres de edad pueden resultar también más vulnerables, ya que a menudo son las encargadas de cuidar a la familia o la comunidad.

Las personas que viven en condiciones de precariedad, como campos de refugiados, asentamientos informales y prisiones, están especialmente expuestas.

No obstante, aunque las personas de edad hayan resultado gravemente perjudicadas por la pandemia, la respuesta a la misma a menudo no ha tenido en cuenta sus derechos de forma adecuada.

El primero de mayo, el Secretario General publicó un informe de políticas para dar mayor visibilidad a los riesgos que tienen que afrontar las personas de edad durante la pandemia de la COVID-19, así como recomendaciones para abordar estos retos.

El informe de políticas también pone de relieve las incalculables contribuciones que estas personas hacen a sus familias y comunidades ejerciendo diversas funciones, que incluyen cuidadores, voluntarios y líderes de la comunidad.

Y de forma esencial, nos llama a reconsiderar el rumbo a tomar, para recuperarnos mejor juntos, aglutinando a toda la sociedad y todas las generaciones.

Colegas,

Esta semana, a la vez que numerosos países están todavía combatiendo la pandemia, otros han comenzado ya a levantar las restricciones y a diseñar hojas de ruta hacia la recuperación.

A la vez que el futuro es incierto, un hecho está claro: cuando nos recuperemos, debemos ser mejores de lo que éramos antes.

Esta crisis nos ha enseñado que una sociedad solamente puede ser tan fuerte como su miembro más débil.

Tenemos la oportunidad de construir sociedades más inclusivas, sostenibles y comprometidas con los mayores.

Para ello, debemos situar a los derechos humanos de las personas de edad al frente y centro de nuestras respuestas y esfuerzos de recuperación.

Esta crisis ha dejado al descubierto, y a menudo amplificado, muchos de los desafíos a los que las personas de edad se han tenido que enfrentar durante años, tales como la discriminación basada en la edad avanzada, la ausencia de protección social y acceso a servicios de salud, la falta de autonomía y participación en la toma de decisiones, así como el riesgo de violencia, abandono y abuso.

Debemos invertir más para garantizar los derechos económicos y sociales, en especial en cobertura sanitaria universal y en un sistema de protección social universal, para mejorar el bienestar y capacidad de recuperación de todos, incluyendo a las personas de edad.

Necesitamos también un cambio de mentalidad y combatir la opinión de que las personas de edad son frágiles, dependientes y vulnerables.

La población de personas de edad conforma un grupo muy diverso y ellas, nosotros debería decir, tenemos un enorme potencial para contribuir a los esfuerzos de recuperación.

Hemos de asegurarnos de que sus opiniones, perspectivas y experiencia son incorporadas en la formulación de políticas, en particular en aquellas que más les afectan.

Y finalmente, aunque no por ello menos importante, estamos todos juntos en esto, por lo que todos somos responsables de nuestras acciones. O de nuestra falta de ellas.

Muchos países carecen de legislación adecuada para proteger los derechos de las personas de edad y para impedir la discriminación, la exclusión, la marginalización, la violencia y el abuso.

Y no existe una convención internacional para proteger sus derechos humanos.

Necesitamos construir un marco legal más sólido tanto a nivel nacional como internacional, que incluya un mecanismo eficaz de rendición de cuentas, para proteger los derechos humanos de las personas de edad.

El Secretario General ha hecho un llamamiento para acelerar los esfuerzos destinados a diseñar una convención legal internacional dedicada a la protección de sus derechos humanos.

Tenemos que seguir insistiendo de manera urgente.

Espero con interés trabajar con ustedes para defender los derechos humanos de las personas de edad, para hacer oír sus opiniones y garantizar la participación significativa de estas personas en la respuesta a la COVID y en el futuro.

Muchas gracias.