Antecedentes

En el mundo del deporte, el riesgo de violencia contra las mujeres y las niñas es desproporcionadamente alto: casi el 21% de las atletas profesionales han sufrido abuso sexual cuando eran niñas en el deporte, casi el doble que la tasa de los atletas masculinos. El riesgo de tales abusos es especialmente alto para las mujeres y las niñas que enfrentan formas múltiples e interseccionales de discriminación y violencia, como las mujeres y las niñas con discapacidad, las mujeres migrantes y refugiadas, así como las mujeres y las niñas de diferentes orígenes étnicos y raciales, entre otros. En los últimos años ha habido numerosos casos judiciales que revelan abusos físicos, emocionales y sexuales perpetrados contra mujeres y niñas atletas de todas las edades por parte de personas con autoridad dentro del liderazgo deportivo o por otros atletas.

A lo largo de los años, ha habido varios casos de alto perfil que involucran a personas que formaban parte del entorno que apoyaba a mujeres y niñas atletas, que explotaron su posición y el desequilibrio de poder asociado para someter a mujeres jóvenes y niñas a agresión sexual, abuso y otras formas de violencia. Por cada uno de los casos que han sido expuestos, es seguro asumir que hay muchos otros que aún no se han denunciado. La cuestión está estrechamente relacionada con una forma específica de violencia contra las mujeres: la violencia económica. En los deportes, las mujeres y niñas atletas no sólo son vulnerables al abuso físico y emocional, sino que también pueden sufrir violencia económica debido a las disparidades en oportunidades, patrocinios y acceso a los recursos. Esta cuestión va más allá de los incidentes aislados y pone de relieve un desafío sistémico que exige atención y acción integrales. La discriminación experimentada en el contexto del deporte restringe aún más el acceso de las mujeres a los recursos, perpetuando un ciclo de oportunidades limitadas. Algunos órganos rectores del deporte han tomado las medidas necesarias para abordar el alcance de dicho abuso y adoptar medidas para limitarlo o ponerle fin.

Las revisiones adoptadas por algunas federaciones deportivas nacionales han identificado factores que tienden a aumentar el riesgo de abuso de mujeres y niñas en los deportes, como la dinámica de poder entre entrenador y atleta, generalmente agravada por una brecha de edad y experiencia; el impulso de logro que ambos comparten pero que sólo uno puede hacer realidad; lo mucho que está en juego y, a veces, el corto plazo dentro del cual se puede lograr el éxito; Se logra el difícil equilibrio entre forzar más a la mente y el cuerpo y forzar demasiado. En algunos deportes, esto se ve agravado por una cultura de “sin dolor no hay ganancia”.

Las representantes de las asociaciones deportivas también han expresado su preocupación por la protección y el riesgo de exposición a agresiones y violencia sexuales, así como a la falta de privacidad, debido al acceso de sus pares a los cambiadores, vestuarios y baños femeninos sin el consentimiento de las mujeres y chicas.

Además, en algunas jurisdicciones, los deportes tradicionalmente reservados para las atletas femeninas ahora están abiertos a los atletas masculinos en función de su identidad de género y si se identifican como mujeres y niñas. Esto ha tenido importantes implicaciones para los derechos humanos de todas las mujeres y niñas, incluido su derecho a la igualdad y la no discriminación. También planteó cuestiones relativas a la igualdad en el deporte, además de a la plena participación en la educación, la cultura y el deporte, así como en la sociedad en su conjunto.

Estas realidades plantean interrogantes sobre el deber de los actores estatales y no estatales de prevenir incidentes de discriminación y violencia contra todas las mujeres y niñas, así como la obligación de proteger y ayudar a las sobrevivientes/víctimas de la violencia y garantizar que tengan acceso a una investigación efectiva y reparaciones, incluida la no repetición.

Objetivos

La Relatora Especial desearía recibir aportaciones para comprender mejor las formas de violencia que experimentan las mujeres y las niñas en los deportes y las causas y consecuencias de dicha violencia.

Preguntas clave y tipos de aportes/comentarios buscados

La Relatora Especial busca aportes y comentarios de los siguientes actores relevantes sobre una o más de las siguientes preguntas: Mujeres y niñas en los deportes; asociaciones deportivas y organizaciones deportivas internacionales, regionales y nacionales; representantes, padres o tutores de mujeres y niñas involucradas en deportes; instituciones estatales y ministerios pertinentes que faciliten la participación de mujeres y niñas en los deportes; académicos y expertos en deporte; Organizaciones de las Naciones Unidas, instituciones nacionales de derechos humanos y otras partes interesadas relevantes dentro del ecosistema deportivo (como el movimiento olímpico, federaciones deportivas internacionales; sindicatos profesionales, clubes y otras entidades comerciales relevantes).

1. ¿Cuáles son las diferentes formas de violencia que pueden experimentar las mujeres y las niñas en los deportes (por ejemplo, violencia física, psicológica, económica, en línea, control coercitivo, así como formas extremas de discriminación que equivalen a violencia)?
2. ¿Qué derechos humanos de las mujeres y las niñas en el deporte se violan como resultado de la exposición de las mujeres y las niñas en el deporte a la violencia o al riesgo de violencia?
3. ¿Qué actores son responsables de cometer actos de violencia contra mujeres y niñas y de aumentar los riesgos de violencia contra mujeres y niñas en el deporte?
4. ¿Cuáles son las principales causas de la violencia que experimentan las mujeres y las niñas en los deportes, incluidas las causas estructurales de dicha violencia?
5. ¿Qué grupos de mujeres y niñas en el deporte están más expuestos a la violencia y por qué motivos?
6. ¿Cuáles son las responsabilidades de los actores estatales y no estatales en la prevención de actos de violencia contra las mujeres y las niñas en el deporte, incluida la adopción de medidas para investigarlos y exigir responsabilidades a los responsables, y brindar asistencia y protección a las sobrevivientes de la violencia?  ¿Qué medidas han implementado los actores estatales y no estatales para garantizar que los incidentes de violencia contra mujeres y niñas en el deporte puedan denunciarse de manera efectiva y que sean investigados y sancionados exhaustivamente?
7. ¿En qué medida las mujeres y las niñas en el deporte, así como las asociaciones que las representan, están siendo efectivamente involucradas y consultadas en el diseño e implementación de políticas destinadas a poner fin a la discriminación y la violencia graves contra las mujeres y las niñas en el deporte a nivel nacional, regional? ¿Y a nivel internacional?
8. Sírvase proporcionar ejemplos de buenas prácticas que hayan sido adoptadas por actores estatales y no estatales para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas en los deportes.
9. ¿Cuáles son las lecciones aprendidas de las políticas y legislaciones que se han adoptado e implementado con respecto a las mujeres y las niñas en los deportes y sus implicaciones para la seguridad, la dignidad, la igualdad y la participación de las mujeres y las niñas en los deportes?
10. Ofrezca recomendaciones sobre cómo se puede prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas en el deporte y qué se debe hacer para responder mejor a las necesidades de las supervivientes de dicha violencia.

Es posible que los encuestados deseen responder solamente a algunas, pero no a todas estas preguntas. También pueden proporcionar información centrada sólo en las mujeres, o solo en las niñas o en ambas.

Tipo de aportaciones y cómo se utilizarán

Si el número de presentaciones es manejable, se publicarán en el sitio web del mandato. Si los autores desean que sus comunicaciones permanezcan confidenciales, la Relatora Especial solicita amablemente que así lo indiquen explícitamente. Si la presentación es en nombre de alguna mujer o niña que ha sido víctima, se debe obtener el consentimiento de la víctima. Si la víctima es menor de edad, también se deberá obtener el consentimiento del tutor o de los padres.