Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Es hora de actuar contra los efectos sistémicos de las crisis climáticas
28 enero 2022
Pronunciado por
Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos
En
Intervención durante el Período Extraordinario de Sesiones del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe
Excelencias,
Me complace acompañarlos en esta celebración del 40 aniversario del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, en este año, en el que celebramos varios hitos que han allanado el camino para una mayor protección del medio ambiente. Hace 30 años, con la adopción de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo se sentaron las bases de los compromisos adquiridos para avanzar en la esfera de los derechos ambientales, y a nivel internacional, hemos visto avances, como la entrada en vigor del Acuerdo de Escazú y el reconocimiento por parte del Consejo de Derechos Humanos del derecho humano a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible en 2021.
Vemos, sin embargo, que la triple crisis planetaria del cambio climático, la polución y la pérdida de la biodiversidad está afectando gravemente el goce de derechos, como el derecho a una alimentación adecuada, al agua, a la educación, a la vivienda, a la salud, al desarrollo e incluso a la propia vida.
En Perú, por ejemplo, el recién derrame de una empresa de 6000 barriles de crudo ha resultado en uno de los peores desastres ecológicos en el país en años, con efectos potencialmente desastrosos sobre una franja biodiversa del Pacífico peruano y de las personas que dependen de ella.
La crisis también ha aumentado los conflictos sociales, las tensiones y las desigualdades estructurales, y lleva a las personas a situaciones cada vez más vulnerables, en particular a las personas en mayor riesgo de exclusión, como los pueblos indígenas, afrodescendientes, las mujeres rurales, la población campesina o la población viviendo en situación de extrema pobreza.
La intensificación de estas crisis con el tiempo constituye un gran desafío para los derechos humanos.
Los países del Caribe, por ejemplo, están entre los que menos contribuyen al cambio climático. Sin embargo, durante los últimos cinco años la región se ha visto castigada por seis graves crisis humanitarias relacionadas con desastres naturales, incluyendo huracanes de categoría 5. En Haiti, un terremoto azotó el sur de la península el 14 de agosto y la isla experimentó un impacto directo de una depresión tropical dos días después, costando la vida de más de 2.240 personas y provocando el desplazamiento de al menos 8.324.
La expansión de la frontera agrícola en la región del Gran Chaco Americano en Sudamérica, ha venido de la mano de una feroz deforestación y degradación de los bosques que ha incrementado sequías, inundaciones, pérdida de la biodiversidad, desplazamientos de pueblos indígenas, entre otros aspectos.
Un ejemplo concreto de la afectación del cambio climático es la pobreza y la movilidad humana que se ha observado en el Corredor Seco de América Central, donde el clima extremo está impulsando cada vez más la migración.
El cambio climático exacerba el clima extremo. En Honduras, por ejemplo, tras el paso de los huracanes en el año 2020, se reportaron alrededor de 937.000 nuevos desplazamientos en el país.
El Banco Mundial proyecta que, si no se toman medidas para prevenir los efectos del cambio climático, en América Latina 17 millones de personas podrían migrar por este motivo para 2050.
Excelencias,
Nos preocupa el incremento de las cifras de ataques y muertes de personas defensoras del medio ambiente en la región de América Latina.
Hay que destacar que la labor de las y los defensores y las organizaciones civiles y comunitarias en la región, ha permitido visibilizar y posicionar en la agenda pública los múltiples impactos de estas crisis.
Defensoras y defensores siguen siendo amenazados en la región – con acosos, narrativas estigmatizantes y hasta ataques contra su vida e integridad personal. Por ello, hoy hago un llamado a los Estados de la región para que se comprometan a reconocer el trabajo de los defensores del medio ambiente y se definan y adopten políticas públicas para su protección y participación en espacios públicos y en procesos de decisión.
El Acuerdo de Escazú, establece medidas para la protección de las personas defensoras, y ya ha sido ratificado por varios países de la región. Sin embargo, su ratificación por parte de todo los países y su efectiva implementación son claves para atender esta triple crisis y avanzar en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible definidos como parte de la Agenda 2030.
El reconocimiento del derecho humano a un medio ambiente limpio, saludable y sostenible por parte del Consejo de Derechos Humanos en octubre fortalece aún más el compromiso adquirido por Estados de aplicar un enfoque basado en los derechos humanos al abordar los retos ambientales.
Excelencias,
Las devastadoras emergencias relacionadas con el cambio climático que está experimentando el mundo y la región ahora se combinan con las desigualdades socioeconómicas exacerbadas por la pandemia de la COVID-19. Los países tienen que responder a los efectos continuos de la pandemia, al mismo tiempo que implementan políticas o consideran alternativas para la recuperación y la adaptación al cambio climático. Los crecientes riesgos y recursos limitados disponible para responder a ellos, exacerba aún más las desigualdades y el descontento social.
Excelencias,
Es tiempo de actuar para abordar la desigualdad y la discriminación sistémico, así como la crisis ambiental.
El cambio de paradigma es posible y ya se está dando, pero requiere acciones firmes y coherentes, en particular de los gobiernos y de las empresas en relación a sus obligaciones y responsabilidades respectivas en torno a la protección y respeto de los derechos humanos.
La política y la práctica deben estar respaldadas por evidencia rigurosa y la pandemia nos ha recordado la importancia y el poder de la ciencia. Es tiempo de hacer uso de la tecnología como un puente entre la ciencia y la política.
Con estas consideraciones en mente, permítanme hacer algunas consideraciones finales y recomendaciones concretas.
En primer lugar, acceso a la información pública, y la participación en la toma de decisiones con relación a la política ambiental y la recuperación post-pandemia son condiciones esenciales para la formulación de políticas basadas en evidencia y en los derechos humanos.
Como segundo punto, quisiera resaltar la importancia de adoptar e implementar políticas públicas basadas en los derechos humanos. Los principios de derechos humanos deben ser considerados como una herramienta por los gobiernos a todos los niveles para ayudar a crear sociedades inclusivas que respeten el medio ambiente, por ejemplo, en el contexto de las decisiones presupuestarias, fiscales y de compras públicas.
Como tercer punto, además de voluntad política, los líderes deben impulsar legislación, programas y directrices para prevenir y adaptar los sistemas al cambio climático, con metas claras para reemplazar el uso de los combustibles fósiles, asegurando una matriz energética renovable.
Como cuarto punto, me permito también, resaltar el importante papel del sector privado, que debe integrar los derechos humanos en sus modelos de negocio. Deben establecerse o reforzarse los mecanismos de rendición de cuentas – para gobiernos y empresas - incluyendo el acceso a la justicia y la reparación integral en materia ambiental y climática.
Como quinto y último punto, me gustaría hacer un llamado a la necesidad de integrar explícitamente los derechos humanos, incluido el derecho a un medio ambiente sano, en las negociaciones y procesos multilaterales que se llevarán a cabo este año, incluidos la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA 5.2) y el Marco Global de la Biodiversidad Post-2020.
Excelencias,
Nuestros retos están interrelacionados, pero también lo están sus soluciones. Debemos preguntarnos: ¿Podemos rediseñar nuestras políticas y sistemas políticos y económicos para poner a las personas y al planeta primero? ¿Podemos juntos estar a la altura del nuevo desafío?
Yo diría que debemos hacerlo. Naciones Unidas, y mi oficina en particular, puede apoyarles en este camino.
Quisiera terminar con unas palabras inspiradoras de Txai Surui, una joven indígena brasileña, durante la COP26 en Glasgow, “las plantas no florecen como antes… la Tierra está hablando. Nos dice que no tenemos más tiempo (…).”
En consecuencia, no esperemos más, hay que actuar ya. Gracias.