Skip to main content

Declaraciones y discursos Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Alta Comisionada Adjunta: cómo abordar la inseguridad alimentaria

27 junio 2024

Pronunciado por

Nada Al-Nashif, Alta Comisionada Adjunta de la ONU para los Derechos Humanos

En

56º período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos Acto paralelo - "El derecho a una alimentación adecuada - Contribuciones del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de las Naciones Unidas"

Lugar

Palacio de las Naciones, Sala XXII

Excelencias,

Estimados colegas,

En el mundo se producen alimentos más que suficientes para alimentar a todos los habitantes del planeta. Sin embargo, 735 millones de personas padecen de hambre y desnutrición.

153 millones de niños y niñas sufren inseguridad alimentaria.[1] Las mujeres y niñas suelen ser las últimas y las que menos comen: constituyen el 60 % de la población que padece de inseguridad alimentaria en el mundo.[2]

El hambre es endémica en los conflictos y en muchas de las crisis olvidadas del mundo. A nuestro alrededor, los conflictos actuales demuestran las consecuencias devastadoras del déficit alimentario. En estas crisis, los niños se encuentran en primera línea, y sufren un retraso del crecimiento y desnutrición.

En Gaza, el sistema de Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases ha registrado el mayor número de personas en situación catastrófica de hambre —el 96 % de la población, 2,15 millones de personas— debido a las continuas restricciones a la ayuda humanitaria, los desplazamientos y la destrucción generalizada de las infraestructuras civiles.

En Sudán, el conflicto ha agravado la crisis económica, lo cual ha disparado los precios. Esto, junto con la disminución de las oportunidades de subsistencia, está afectando gravemente el derecho a la alimentación. Más de un tercio de los 50 millones de sudaneses sufren inseguridad alimentaria aguda, y casi 5 millones se encuentran al borde de la hambruna.[3] Las previsiones son desoladoras: 2,5 millones, el 5 % de toda la población, pueden morir de hambre en septiembre,[4].

El hambre nunca debe utilizarse como arma de guerra.

Muchos otros contextos ofrecen diversos ejemplos de inseguridad alimentaria a gran escala, que a menudo se puede evitar.

En Myanmar, 13,3 millones de personas —casi una cuarta parte de la población— siguen padeciendo de inseguridad alimentaria. En Cox’s Bazar, los refugiados rohinyás sufren desnutrición generalizada.

En la República Popular Democrática de Corea, la creciente centralización de la producción y distribución de alimentos está socavando el acceso a los alimentos: casi la mitad de la población ha padecido de inseguridad alimentaria en los últimos años.

Ante dichas catástrofes, es indispensable que nosotros, la comunidad internacional, nos unamos en pos de un enfoque basado en los derechos humanos para responder a este tipo de desafíos.

Debemos pasar de producir más alimentos a construir sistemas alimentarios mundiales y nacionales que den prioridad a la accesibilidad, la suficiencia y la sostenibilidad en consonancia con las normas internacionales de derechos humanos.

Nos encontramos ante una coyuntura crítica en la que no se puede sobreestimar el impacto de los conflictos, las crisis económicas y el cambio climático sobre el derecho a la alimentación. Es nuestra responsabilidad colectiva promover y proteger el derecho a la alimentación, incluso en las zonas de conflicto.

Estimados colegas,

Nuestra Oficina trabaja conjuntamente con la FAO para integrar el derecho a la alimentación en la labor de las Naciones Unidas y en el compromiso con los Estados Miembros, incluyendo la aplicación del derecho a la alimentación a nivel nacional.

Las Directrices Voluntarias en Apoyo de la Realización Progresiva del Derecho a una Alimentación Adecuada en el Contexto de la Seguridad Alimentaria Nacional del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial —que este año celebran su 20º aniversario— han desempeñado un papel fundamental a la hora de orientar las políticas para aplicar un enfoque sobre la seguridad alimentaria y la nutrición basado en los derechos humanos. No todos han adoptado estas directrices importantes.

Las Directrices, junto con la orientación jurídica formulada por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales —incluida su observación general relativa al derecho a una alimentación adecuada—, pueden emplearse para apoyar a los Estados en la defensa del derecho a la alimentación.

Con el fortalecimiento de las interrelaciones entre el trabajo del Consejo de Derechos Humanos y el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, podemos iniciar el cambio necesario apoyando a los garantes de derechos en sus esfuerzos por cumplir con sus obligaciones legales de hacer realidad el derecho a la alimentación para todos y todas, en todas partes. Incluso mediante:

  1. El refuerzo de la complementariedad entre los conocimientos técnicos de las agencias con sede en Roma y el marco normativo del sistema de derechos humanos en Ginebra.
  2. El uso de las recomendaciones del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, del Relator Especial sobre el derecho a la alimentación y de otros mecanismos pertinentes de derechos humanos para identificar las causas profundas y proponer soluciones para abordar las violaciones y los obstáculos a la realización del derecho a la alimentación. 

Al conmemorar el 75º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos el año pasado, recordamos y volvimos a comprometernos con la idea de que los derechos humanos son interdependientes, indivisibles y universales.

El derecho a la alimentación no es opcional. No es un lujo ni una obra de caridad, es el derecho de todos y todas, en todas partes y en todo momento.

Gracias.


[1] https://www.savethechildren.org/us/what-we-do/emergency-response/hunger-and-famine-crisis

[2] https://www.wfpusa.org/women-are-hungrier-infographic/

[3] https://www.ipcinfo.org/ipc-country-analysis/details-map/en/c/1156903/?iso3=SDN

[4] CA_From_hunger_to_death__0.pdf (clingendael.org)

VER ESTA PÁGINA EN: