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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Hacer frente al cambio climático - ahora

03 julio 2023

Pronunciado por

Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

En

53º período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos

Lugar

Ginebra

El efecto negativo del cambio climático en la plena realización del derecho a la alimentación

Sr. Vicepresidente,
Excelencias,
Distinguidos delegados, delegadas y co-ponentes,

Sabemos que nuestro medio ambiente se está quemando. Derritiendo. Inundando. Agotando. Secando.

Se está muriendo.

El ritmo regular y previsible de las estaciones se desvía de su curso de forma incontrolada. Ciclones de una magnitud sin precedentes azotan marejadas ciclónicas letales. Una ola de calor recorre el océano y amenaza la vida marina, las pesquerías y los corales. Y los mares y lagos interiores, que han alimentado a generaciones de agricultores y pescadores, se están convirtiendo en cuencos de polvo.

Pude comprobarlo a principios de este año cerca del mar de Aral en mi visita a Uzbekistán.

Sin embargo, seguimos sin actuar con la urgencia y la determinación necesarias. Los dirigentes expresan su intención de tomar medidas, prometen actuar y luego... se bloquean a corto plazo.

Al ritmo actual, el aumento medio de la temperatura a finales de este siglo será de 3º Celsius, lo que dejaría a nuestros ecosistemas —el aire, los alimentos, el agua y la propia vida humana— irreconocibles.

Vastos territorios desaparecerían bajo la subida de los océanos, o se volverían prácticamente inhabitables por el calor y la falta de agua. El pasado mes de agosto, la temperatura en Basora (al sur de Iraq) alcanzó los 52,6 ºC. Viajaré a Iraq a finales de este año, en parte para destacar los riesgos de este futuro distópico.

El tema que nos ocupa esta mañana es el derecho a la alimentación, el cual se ve claramente amenazado por el cambio climático.

Los fenómenos meteorológicos extremos y los desastres repentinos y graduales causados por el cambio climático arrasan cosechas, rebaños, pesquerías y ecosistemas enteros.

Su repetición impide que las comunidades puedan reconstruirse y mantenerse a sí mismas.

A escala mundial, se ha producido un aumento del 134 % de los desastres relacionados con inundaciones y provocados por el clima entre 2000 y 2023.

Más de 828 millones de personas pasaron hambre en 2021. Y se prevé que el cambio climático ponga en riesgo de padecer hambre a hasta 80 millones de personas más a mediados de este siglo, lo cual desencadenará una desesperación y necesidad aterradoras.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio climático ya han dañado la productividad de todos los sectores agrícolas y pesqueros, con consecuencias negativas para la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia de la población. En la actualidad, estas repercusiones son peores para los pequeños agricultores y para la población de África por debajo del Sáhara, así como en toda Asia, los pequeños Estados insulares y América Central y del Sur.

A medida que se acelere el calentamiento global, estas repercusiones serán cada vez más amplias e intensas. Ningún país saldrá indemne. Los más afectados serán los habitantes de países donde ya existe inseguridad alimentaria y donde los sistemas de protección no son lo suficientemente sólidos como para responder con eficacia a las perturbaciones climáticas.

A menudo, se trata de países que se beneficiaron poco del desarrollo industrial y que no contribuyeron casi nada a los procesos industriales que están acabando con nuestro medio ambiente y violando los derechos.

Si esto no es una cuestión de derechos humanos, ¿qué lo es?

No debemos entregar este futuro de hambre y sufrimiento a nuestros hijos, ni tampoco a sus hijos. Y no tenemos que hacerlo.

Nosotros, la generación con las herramientas tecnológicas más potentes de la historia, tenemos la capacidad de cambiarlo.

Si ponemos fin a las subvenciones innecesarias para la industria de los combustibles fósiles y empezamos a eliminar los combustibles fósiles.

Si hacemos de la COP28 el cambio decisivo que tanto necesitamos.

Si los tribunales de todo el mundo encargados de los litigios climáticos exigen responsabilidades a las empresas y a los gobiernos.

Si evitamos a los "practicantes del blanqueo ecológico" y a los que ponen en duda las pruebas y los hechos por avaricia.

Si dejamos de lado las fuerzas de la polarización y nos unimos en torno al imperativo de hacer todo lo posible para combatir el cambio climático y, en consecuencia, hacer efectivos los derechos humanos.

Si transformamos las instituciones internacionales de desarrollo y financiación en motores de la acción climática, de modo que los países y las personas más afectados tengan acceso a la financiación climática.

Si se adoptan medidas para defender la buena gobernanza, de forma que cuando haya financiación disponible, aporte apoyo y compensación a las personas más afectadas.

Entonces se podrá realizar la transición justa hacia una economía verde a escala nacional y mundial.

Podemos cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Podemos hacer realidad el derecho universal a la alimentación.

Y podemos defender nuestro derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible, tal y como aprobó la Asamblea General el año pasado.

Podemos. Porque aún estamos a tiempo de actuar. Pero ese momento es ahora.

No podemos dejar que lo subsanen nuestros hijos, por muy inspirador que sea su activismo. Las personas que deben actuar —y que tienen la responsabilidad de ello— son nuestros dirigentes, hoy.

Pido a todos los miembros de este Consejo que lleven este mensaje claro fuera del Palacio de las Naciones y a todos los aspectos de su trabajo.

Hacer frente al cambio climático es una cuestión de derechos humanos. Y el mundo exige que se actúe ya.

Gracias, señor Vicepresidente.