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Rompiendo tabúes en torno a la salud menstrual en pro de la igualdad de género

28 mayo 2024

Primer plano de una joven afroamericana cogiendo compresas desechables de la mesa de un baño. © Getty Images/ Prostock-Studio

Más del 50 % de la población mundial menstrúa en un momento u otro y durante la mayor parte de su vida. Sin embargo, la menstruación sigue sumida en el silencio.

"Vivimos en una sociedad en la que ocultamos lo que se considera feo, sucio o repugnante. Como es obvio, esto abarca desde la orina y las heces hasta la celulitis, las arrugas y otras secreciones corporales", afirma Véronique Kupper, una de las fundadoras de Kokliko, empresa suiza que ofrece talleres, recursos educativos y productos para ayudar a las mujeres en su bienestar mental y físico.

"Lo que sale de la mujer no interesa", añade Kupper con un toque de ironía.

El 28 de mayo de 2024, Derechos Humanos de las Naciones Unidas se asoció con la ciudad de Morges, situada en el cantón suizo de Vaud, para organizar una jornada de concienciación sobre el Día Mundial de la Higiene Menstrual. Kupper fue una de las participantes en una mesa redonda sobre la pobreza menstrual.

Además de enfrentarse a un muro de silencio en torno a la menstruación, muchas mujeres y niñas de todo el mundo, así como personas no binarias e intersexuales, que menstrúan, afrontan otros retos a la hora de gestionar sus periodos. Entre esos retos se incluyen las dificultades económicas para acceder a productos menstruales como compresas, tampones, copas menstruales y paños; la falta de acceso a agua y saneamiento y a espacios privados y seguros donde poder lavarse y cambiarse durante sus periodos; y el poco acceso a información sobre la menstruación antes del inicio de sus primeros periodos.

Según una encuesta realizada en 51 países por el Programa Conjunto OMS/UNICEF de Monitoreo del Abastecimiento del Agua, el Saneamiento y la Higiene, la diferencia de uso de productos menstruales entre las poblaciones más ricas y más pobres supera el 50 %, como en la República Democrática del Congo, Madagascar, Nepal, Tuvalu y la República Democrática Popular Lao, donde la diferencia de uso es del 50 % entre las más ricas (97 %) y las más pobres (47 %). Además, una llamativa cifra del 10 % de quienes tienen los ciclos menstruales y residen en zonas rurales lo hacen sin acceso a ningún producto menstrual.

Según la doctora Katyuska Francini, especialista en perinatología del Hospital Universitario de Lausana (Suiza), la forma de gestionar la menstruación, además de transmitir nociones culturales anticuadas, puede mostrar obstáculos para la igualdad de género.

"[Menstruar] limita a las mujeres en diversas actividades cotidianas, como cocinar, hacer ejercicio y asistir a actos públicos y religiosos. En algunos países, la primera menstruación significa estar preparada para el matrimonio (aunque eso puede ocurrir con solo 10 u 11 años) y también puede significar estar indispuesta y faltar a clase y al trabajo, lo que puede conllevar discriminación", aclaró.

Las disparidades culturales, sociales y económicas y los estereotipos y prácticas de género perjudiciales comprometen la autonomía y la capacidad de quienes menstrúan a la hora de elegir y tomar decisiones libremente, sobre todo con respecto a su acceso a la información y a los servicios sanitarios, la elección de los productos menstruales que quieren utilizar y cómo utilizarlos, y su participación activa o no en la vida cultural, social, económica y pública.

Acabar con la pobreza menstrual

En Vaud, uno de los 26 cantones suizos, el nivel de información sobre la menstruación entre las pacientes de la Dra. Francini varía.

"Las pacientes jóvenes que van a la escuela en Suiza reciben formación sobre la menstruación a través de la [fundación] PROFA (o equivalente) y en las clases de biología. Incluso al cabo de unos años, aun conservan esos conocimientos. Para las jóvenes inmigrantes, o las que no han podido hacer cursos sobre el tema por razones culturales, sus conceptos son escasos", explica. "La pobreza menstrual está muy presente en Suiza como en otros lugares. Un estudio realizado entre jóvenes estudiantes del cantón de Vaud reveló que el 5 % de las chicas tenían dificultades para comprar compresas. Y no se trata de personas con ingresos muy bajos".

Los resultados del estudio realizado por la Unidad de Promoción y Prevención de la Salud Escolar de Vaud sorprendieron a Véronique Kupper. "Nadie se esperaba cifras semejantes", señaló. "Una veintena de escuelas están equipadas con dispensadores de compresas y el Departamento de Educación Obligatoria recomendó la inclusión de sesiones informativas para los jóvenes. Teniendo esto presente se pusieron en contacto con nosotros para elaborar un modelo de taller para los centros escolares".

Desde la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en 2015, la comunidad internacional se ha esforzado por fomentar la salud menstrual a través de diversos indicadores, ha adoptado resoluciones en la Asamblea General y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y ha desarrollado planes nacionales y regionales para gestionar la higiene menstrual y mejorar el acceso a productos e información.

En su Resolución 47/4 del 26 de julio de 2021, la primera de este tipo, el Consejo de Derechos Humanos estableció el vínculo entre el derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental y la higiene menstrual.

El Consejo también exhortó a los Estados a que velasen por que las mujeres y las niñas tengan acceso a instalaciones, información y productos adecuados para una gestión óptima y eficaz de la higiene menstrual mediante: un acceso equitativo al agua; la eliminación de impuestos sobre el material menstrual y la prestación de ayuda a las familias en situación de vulnerabilidad económica; la mejora de infraestructuras, transporte e información sobre higiene menstrual; el acceso a instalaciones, también para las personas con discapacidad; y la organización de campañas informativas para hacer frente al estigma, los estereotipos y las normas sociales negativas en torno a la higiene.

"Afianzar el debate sobre la salud de la mujer en el marco normativo de los derechos humanos permite abordar el derecho a la salud como una cuestión de igualdad y no discriminación. Este marco debe guiar todas las intervenciones que atañen a la salud de las mujeres y las niñas", afirmó Caroline Ouaffo Wafang, asesora sobre los derechos de la mujer en Derechos Humanos de las Naciones Unidas. "Las mujeres y las niñas tienen derecho a un tratamiento específico cuando se trata de la salud, incluida su salud sexual y reproductiva y más allá, y en el desarrollo de políticas y la asignación de recursos".