Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Seminario en línea sobre acceso a la información y seguridad de los periodistas en periodos de crisis
04 junio 2020
4 de junio de 2020, 4 pm – 5 pm (CET)
Declaración de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet
Excelencias,
Amigos,
Me complace participar en este Seminario en línea sobre acceso a la información y seguridad de los periodistas en periodos de crisis.
En primer lugar, espero que ustedes y sus seres queridos se encuentren bien de salud en estos momentos tan difíciles.
La pandemia del COVID-19 sigue afectando a nuestras sociedades, a nuestros gobiernos y a todos nosotros, y continúa trastornando la vida de miles de millones de personas en el mundo entero.
Nos hallamos ahora en una fase complicada, en la que algunos países comienzan a levantar las medidas de confinamiento y otros todavía se enfrentan a tasas de contagios y de fallecimientos que no cesan de aumentar. Es probable que se produzcan nuevos brotes de COVID-19 en diferentes lugares, en distintos momentos y con intensidad variable.
En realidad, aunque el virus no escoge a sus víctimas, su repercusión variable ha puesto en evidencia las desigualdades sociales y económicas que lo agravan.
Sus efectos globales sobre la vida y la economía son realmente catastróficos, y los grupos de población más pobres y marginados -los que más padecen a causa del déficit de derechos humanos- son los que sufren las peores consecuencias.
Es fundamental que tanto los esfuerzos orientados a responder a la pandemia como la información al respecto lleguen a toda la población.
De hecho, la pandemia también ha puesto de relieve la importancia fundamental que en épocas de crisis tienen la libertad de expresión y el periodismo libre, independiente y plural.
El acceso a la información exacta y fiable proporciona a la población los recursos necesarios para comprender, participar y seguir las orientaciones de las autoridades sanitarias, fomenta la confianza en las instituciones públicas y aumenta la transparencia y la rendición de cuentas.
Esto es algo que no debemos olvidar: la libertad de expresión, como los demás derechos humanos, es un componente decisivo de la salud pública. La participación genera más confianza en las autoridades y mejora el cumplimiento de las medidas encaminadas a limitar los contagios.
Es evidente que el acceso a la información y a medios de comunicación libres, que operan sin obstáculos ni censura, dota a las sociedades democráticas de instrumentos indispensables para responder a crisis como la que ahora padecemos.
La población tiene derecho a recibir información exacta sobre la pandemia. Pero a menudo hemos visto cómo se ataca a la función esencial que desempeñan los periodistas y trabajadores de la prensa, incluso mediante la suspensión de permisos de publicación, la censura, la criminalización de la información, la expulsión o los cortes de Internet.
Estimados amigos:
Por desgracia, en el mundo entero hemos visto cómo se acosa a algunos periodistas, se detiene arbitrariamente a otros y se aplican medidas desorbitadas que limitan su capacidad para desarrollar su labor fundamental.
Hasta el 2 de junio, el Instituto Internacional de Prensa había compilado 233 violaciones de la libertad de prensa en el mundo. Entre esos casos, figuraban ataques verbales y físicos, así como el arresto de 86 periodistas, imputados por publicar artículos en los que criticaban las respuestas de los Estados a la pandemia o simplemente por cuestionar la exactitud de las estadísticas oficiales sobre el número de casos y de fallecidos en relación con el COVID-19. Es probable que el número real de arrestos y violaciones de la libertad de información sea mucho mayor.
También asistimos a la promulgación de leyes un tanto ambiguas destinadas a combatir una supuesta “desinformación” o presuntas “noticias falsas”; esas medidas se utilizan en contra de los periodistas. Y aunque a veces se adoptan con el pretexto de hacer frente a la crisis, en realidad constituyen otros tantos ataques a la libertad de prensa y al derecho de las personas a recibir información.
Asimismo, resultan inquietantes los casos en los que los dirigentes políticos y sus partidarios denigran o intimidan a periodistas encargados de informar sobre asuntos de interés público, tales como la crisis sanitaria o las respuestas del gobierno al COVID-19, o de proporcionar noticias relativas a la repercusión social y económica de la pandemia.
Esas expresiones aumentan al riesgo de violencia contra los periodistas, socavan la confianza de la población y pueden fomentar la autocensura.
Las redes sociales están agravando la situación. Las mujeres periodistas y las trabajadoras de la prensa, en particular, tienen que hacer frente a amenazas de índole sexual o basadas en el género, así como a la intimidación y el acoso, tanto en línea como en el mundo físico.
Es preciso que apoyemos al periodismo libre e independiente en todos los países, a fin de velar por que siga produciendo información contrastada que sirva al interés público y obligue a las autoridades y otros agentes a rendir cuentas de sus actos.
La crítica no es delito.
Como ya señalé, la labor de los periodistas contribuye a consolidar la confianza de la población en las políticas gubernamentales, incluso en lo relativo a las medidas orientadas a frenar al COVID-19 y abordar sus efectos socioeconómicos.
Asimismo, es gracias a los periodistas que logramos ver el rostro humano de la pandemia y de la recuperación.
Para proseguir su importante labor, las instituciones noticiosas necesitan acceso a los programas de ayuda económica creados por los gobiernos en respuesta a la pandemia. Aplaudo las medidas que algunos Estados han adoptado para otorgar asistencia financiera a los canales de televisión de ámbito nacional, con miras a garantizar este servicio esencial en el curso de esta crisis.
Encomio también los informes procedentes de varios países que indican que los periodistas independientes podrán recibir subsidios de desempleo y ayuda económica.
Estimados amigos:
Como todos sabemos, la pandemia del COVID-19 ha venido acompañada de una “infodemia” de desinformación que afecta a la respuesta sanitaria. Asimismo, este fenómeno fomenta el discurso del odio contra diversos grupos, entre otros los migrantes, las minorías y los miembros del colectivo LGBTI.
Los periodistas y los medios de información desempeñan una importante función de supervisión. Los periodistas de investigación, los informativos y las entidades de verificación se esfuerzan por hacer frente a las noticias falsas y por mantener a la población informada de los datos y las orientaciones oficiales emitidas por las autoridades.
En realidad, ante los desafíos que plantea el COVID-19, por ejemplo, la labor de los periodistas y los medios de comunicación es fundamental. El acceso a la información precisa no solo es un derecho; también salva vidas.
Por lo tanto, pido al Consejo de Derechos Humanos, a la comunidad internacional y a todos ustedes que colaboren con mi Oficina en la defensa del derecho a la información, mediante el apoyo y el fortalecimiento de la prensa y la erradicación de la impunidad con que se ataca a los periodistas.
Esta es una tarea esencial para construir una sociedad mejor, a medida que nos recuperamos de la pandemia.
Muchas gracias, Embajador.