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Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Discurso de Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

15 junio 2022

En

50º periodo de sesiones del Consejo de Derechos Humanos - Actualización oral sobre la situación de derechos humanos en Myanmar

Sr. Vicepresidente,
Excelencias:

En agosto próximo, se cumplirá el quinto aniversario de la amplia y sistemática campaña de violencia desatada por el ejército de Myanmar, que ha expulsado a más de un millón de musulmanes rohingya de sus hogares en el Estado de Rakhine (Myanmar) y los ha obligado a refugiarse en la vecina Bangladesh.

Al mismo tiempo, en la estela del golpe militar de febrero de 2021, seguimos presenciando una escalada de conflictos armados y el uso de la represión violenta en muchas otras zonas de Myanmar, actuaciones que causan más desplazamientos y sufrimientos entre las minorías étnicas y religiosas.

A lo largo de los años, este Consejo ha tratado de responder a esas graves violaciones y abusos mediante la formulación de recomendaciones o la creación de nuevos mecanismos para investigarlos y documentarlos, mientras se procura la necesaria rendición de cuentas.

Al mismo tiempo, el Consejo ha tratado de examinar más a fondo las causas profundas de las vulneraciones y los abusos cometidos en Myanmar contra los rohingyas y otras minorías, con la esperanza de hallar nuevas vías para aplicar reformas que conduzcan a un futuro más pacífico e inclusivo para el pueblo de Myanmar.

En el informe que presenté al 43er periodo de sesiones de este Consejo, señalé que la discriminación y la exclusión perpetradas contra los grupos minoritarios étnicos y religiosos han sido el sello distintivo de las leyes y las políticas de Myanmar durante más de medio siglo. Esta población ha padecido las consecuencias de abusos y violaciones de derechos humanos, cuyas causas son complejas, múltiples, profundas y duraderas.

Entre esas causas figura la herencia histórica del colonialismo y los gobiernos militares, así como el proyecto de “birmanización” del Estado. Las minorías han padecido la marginación a tenor de diversas leyes y políticas, en particular la Ley de Ciudadanía de 1982, que dejó a muchas personas en estado de apatridia. Tras décadas de conflictos y desplazamientos, esos grupos han acumulado retrasos en materia de salud, educación y desarrollo.

Además, en la era de las redes sociales, las minorías se han enfrentado a nuevas oleadas de racismo, xenofobia y discursos de odio. Y en ausencia de una supervisión civil y democrática, y de una judicatura independiente, esos grupos encuentran pocos canales para obtener reparación.

Por último, las mujeres de esas minorías han tenido que afrontar situaciones particulares de vulnerabilidad y marginación. Y esto ha sido así, a pesar de que esas mujeres disponen de un enorme potencial de liderazgo que podrían ejercer en sus comunidades.

En este informe, expongo la necesidad de adoptar medidas decisivas para lograr una rendición de cuentas auténtica sobre las violaciones y los abusos actuales y pasados. Pido que se apliquen reformas legales, constitucionales y de políticas a fin de ampliar el espacio para la diversidad y la igualdad, con miras a alcanzar la reconciliación y una paz duradera, lo que debería incluir la abrogación de la Ley de Ciudadanía de 1982.

Por desgracia, ese informe se redactó en un momento en que aún había esperanzas de que las nuevas instituciones democráticas de Myanmar y el proceso de pacificación abriesen nuevas oportunidades para abordar esos problemas. Pero el golpe militar de febrero de 2021 y las posteriores campañas represivas dirigidas contra todos los grupos étnicos y religiosos del país, incluida la minoría bamar, han causado trágicos retrocesos. Y el país se encuentra ahora inmerso en una nueva ola de violencia y represión. 

Excelencias:

Hoy más que nunca, mientras buscamos soluciones para la crisis actual, es importante que mantengamos la atención en las causas profundas de las vulneraciones y los abusos que se cometen contra los grupos étnicos y religiosos en Myanmar, entre otros los rohingyas. Mientras no se aborden adecuadamente estas causas profundas de los problemas, no se alcanzará la paz duradera ni el desarrollo democrático en ese país.

Hoy exhorto a la comunidad internacional a que permanezca unida, con miras a presionar a los militares para que pongan fin a las campañas de represión contra su propio pueblo. La comunidad internacional debe usar su influencia para que se restituya el poder a un gobierno civil legítimo e independiente, que funcione sin la tutela de los militares sobre los poderes ejecutivo, legislativo o judicial.

Insto a que se entable un diálogo con el gobierno de unidad nacional y las organizaciones étnicas, así como a la participación genuina de los representantes de la sociedad civil, en cualquier proceso politico. Los jóvenes y las mujeres de Myanmar, -comprendidos los delegados de los grupos minoritarios- deberían desempeñar una función de liderazgo en ese proceso.

Excelencias:

Si hay alguna esperanza al respecto, esta radica en los debates sobre el futuro de Myanmar que se iniciaron recientemente con la participación de varios grupos étnicos, religiosos y sociales. Estas conversaciones tienen la capacidad necesaria para plantar la semilla de la reconciliación a largo plazo y la paz duradera. Debemos escuchar y apoyar las aspiraciones del pueblo de Myanmar a establecer una sociedad inclusiva, próspera y pacífica, y debemos hacer todo lo posible por amplificar su voz.

Insto al Consejo a que preste especial atención a las ideas que hoy van a expresar nuestros distinguidos ponentes y a que considere la posibilidad de aprobar una hoja de ruta inclusiva y de amplio espectro para la aplicación de las recomendaciones orientadas a abordar las causas profundas de las violaciones de derechos humanos de las minorías étnicas y religiosas en Myanmar.

Muchas gracias.

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