Declaraciones Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
Türk promete que "Elaboraremos una ambiciosa agenda de cambios que pueda hacer frente a los retos actuales, a través de la defensa de los derechos humanos"
12 diciembre 2023
Pronunciado por
Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
En
Evento de Alto Nivel en Conmemoración del 75º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Excelencias,
Colegas,
Amigos y amigas,
En primer lugar, quiero darles las gracias a todos y todas ustedes. Lo que ustedes han hecho es algo increíble: nuestros ponentes; nuestros participantes, desde Jefes de Estado, Jefes de Gobierno, Ministros, hasta organizaciones de la sociedad civil, defensores y defensoras de derechos humanos, representantes de Parlamentos, así como instituciones nacionales de derechos humanos. Y también, de manera especial, nuestro increíble grupo consultivo juvenil, quienes nos han motivado aun más para seguir desarrollando nuestra labor.
También quiero agradecer enormemente a nuestro copatrocinador, el gobierno de Suiza, y a nuestros numerosos socios quienes han hecho que todo esto fuera posible trabajando entre bastidores. Y quiero también expresar mi agradecimiento a mis propios colegas, quienes han estado trabajando sin descanso, en concreto la Secretaría de Derechos Humanos 75, para lograr que este evento se desarrollara sin contratiempo ninguno, lo que puede parecer casi como un milagro.
Este ha sido un evento realmente extraordinario, de una enorme utilidad para la causa de los derechos humanos. Ha sido una demostración de compromiso, por parte de personas procedentes de todos los ámbitos y de sociedades de todo tipo, con la causa de los derechos humanos.
Hemos recibido un total de 286 compromisos por parte de más de 150 estados miembros, compromisos de gran significado, que se añaden a los 76 compromisos suscritos por organizaciones de la sociedad civil; 23 compromisos por parte de diferentes organizaciones de las Naciones Unidas e intergubernamentales; 17 de instituciones nacionales de derechos humanos; y muchas otras más de Parlamentos y de empresas, que incluyen a diferentes asociaciones empresariales. Son cifras impresionantes.
También hemos podido contemplar numerosas expresiones de tenacidad, de lucha, de esperanza y también de desesperación. Se han apuntado ideas innovadoras, muchas ideas innovadoras. Nos comprometemos además a responder a esas voces que hemos escuchado procedentes de todas las regiones, de todas las generaciones, las cuales exigen esperanza y cambio. Nosotros nos comprometemos a analizar, procesar y trabajar sobre todas estas opiniones que hemos recibido.
A lo largo de todo este año de conmemoración de aniversario, hemos buscado escribir una nueva narrativa para los derechos humanos como el motor impulsor de una agenda ambiciosa de cambios. Una agenda que debe hacer frente a los mayores retos de nuestra era: los que enfrentamos en la actualidad, así como los que nos esperan para el futuro. A través de estas conversaciones que abarcaban cuestiones de todo tipo, hemos extraído muchas recomendaciones, algunas de ellas recibidas durante los dos últimos días. Usaremos estas ideas y recomendaciones como base para diseñar una visión de los derechos humanos para el futuro.
Confiamos en tenerla preparada para su publicación a principios del próximo año. Esta se convertirá en una hoja de ruta para nuestra Oficina, y supondrá una contribución específica para la Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas a celebrarse el año que viene.
También me he dado cuenta que muchas de las opiniones que hemos oído de ustedes suponen puertas de entrada para una mayor participación, interacción y trabajo de colaboración entre nosotros. Todo esto nos ayudará a seguir construyendo a partir de las estructuras ya existentes, como por ejemplo el marco estratégico para los derechos humanos que hemos firmado recientemente con la Unión Africana.
¿Cuáles son algunas de las conclusiones clave que podemos extraer de este evento? Han surgido muchas consideraciones sobre las que debemos reflexionar.
En primer lugar, no cabe duda alguna de que contamos con un sólido interés y un público fiel a nivel mundial por los derechos humanos. La participación en este evento ha sido extraordinaria. Contamos con más de 2.200 asistentes en persona, repartidas entre Ginebra, Bangkok, Nairobi y Panamá. Cerca de 1.600 personas se unieron en línea a la sala de conferencias virtual, desde todos los rincones del mundo, además de otras muchas más que no pudimos localizar en la Web TV de las Naciones Unidas.
Todo esto viene a demostrar una voluntad de hierro por participar, para tratar cuestiones complicadas, y que incluye tener algunas conversaciones incómodas. Para ampliar las fronteras, para desafiar los límites, para exigirnos a nosotros mismos a la vez que a otras personas que hagamos esfuerzos aun mayores. Y, por supuesto, en ocasiones esto supondrá, tal como dije anteriormente, el tener que compartir conversaciones incómodas. Puede que sea complicado. Pero puede resultar sanador a la vez, y nos puede servir para seguir avanzando.
Esta es otra conclusión fundamental que podemos extraer: los derechos humanos no forman parte de los conflictos políticos. Los derechos humanos estarán siempre del lado de las víctimas y, tal como aseveró uno de nuestros ponentes: todos formamos parte del Equipo Humanidad. Esto viene a confirmar, en mi opinión, que los derechos humanos tienden puentes entre las divisiones geopolíticas. Vienen a ser un modelo donde encontrar soluciones para nuestros desafíos más profundos, y para fraguar una cooperación multilateral, ya que están anclados en valores que van más allá de las divisiones: porque están basados, tal como afirmó otro participante, en la universalidad de la condición humana.
Muchos y muchas ponentes resaltaron que las numerosas y graves violaciones que siguen sufriendo los pueblos del mundo no constituyen una crisis de derechos humanos. Se trata de una crisis de aplicación de los mismos. Por tanto, la atención debe centrarse en la aplicación. De esta forma podemos garantizar que se viva y se respire la universalidad de los derechos humanos: presionando para que los derechos humanos de las personas se respeten por igual en todos los contextos.
Las promesas que hemos recibido, y el árbol que se creó ayer, reflejan el ansia que tenemos por mejorar en materia de derechos humanos. Tenemos que apoyar esta cooperación global y brindarle el espacio para innovar. Esto implica más diálogo, soluciones más creativas, un pensamiento brillante y asociaciones más amplias. Los jóvenes forman parte de esta cooperación fundamental, y no se trata solo de pedirles que aporten ideas. Tienen que poner su grano de arena en la toma de decisiones. La participación es algo positivo, pero lo que la juventud trata de decirnos es que tiene que ser significativa y determinante.
Disponemos de una declaración de la juventud muy poderosa, y sabemos que podemos contar con ellos para que nos sigan impulsando, que es exactamente lo que necesitamos. También debemos tener en cuenta a las generaciones futuras. De nuevo, se da una conexión con la Cumbre sobre el Futuro en la que se prevé una Declaración de las generaciones futuras. Esta visión a largo plazo es fundamental. Estamos preparando al mundo para las generaciones que nos sucedan.
Para poner fin a los ciclos de conflicto, tenemos que colocar los derechos —todos ellos— en el centro de la prevención y la consolidación de la paz, incluyendo abordar las injusticias económicas.
Tenemos que transformar nuestras economías y nuestra relación con el planeta, mediante la igualdad y una participación significativa e inclusiva en el centro de ese esfuerzo. Ese es el objetivo de la economía de los derechos humanos, el cual incluye las responsabilidades tan importantes de las empresas en materia de derechos humanos y hace hincapié en la buena gobernanza.
La rendición de cuentas es otra cuestión crucial. La impunidad es muy corrosiva. Provoca agravios y daños profundos, y perpetúa los conflictos. Debemos trabajar para acabar con ella.
Y debemos abogar firmemente por una mayor protección del espacio de la sociedad civil. Deben defenderse las libertades fundamentales. Toda sociedad necesita la innovación y la creatividad de todos y cada uno de sus miembros.
En nuestros debates sobre tecnología digital también hemos oído que los productos de la inventiva y creatividad humana deben ponerse al servicio de la humanidad. La tecnología y la ciencia pueden servirnos considerablemente si se utilizan sobre la base de los derechos humanos. Debemos superar la brecha digital, que crea desigualdades nuevas, y garantizar que la tecnología digital haga avanzar los derechos humanos.
En todos estos mensajes subyace la pura verdad: no podemos rectificar el rumbo de los derechos humanos sin haber reforzado nuestro sistema de derechos humanos. Ayer se realizaron muchas propuestas para mejorar la accesibilidad, la eficacia y el impacto de nuestras arquitecturas globales y regionales de derechos humanos. Una de ellas era muy clara: tenemos que corregir notablemente la escasez de financiación del pilar de derechos humanos de las Naciones Unidas.
En última instancia, gran parte de ello depende de los Estados, unos Estados que adoptaron la Declaración Universal y establecieron nuestros sistemas de derechos humanos. Los Estados tienen que actuar conforme a las recomendaciones sobre derechos humanos: esto es fundamental para la paz y la seguridad, el desarrollo y la cooperación internacional.
De cara al futuro, está claro que ha llegado el momento de actuar.
Tenemos que construir esta nueva era para los derechos humanos. Tenemos que acoger todo su poder transformador como medio para delinear el futuro en nuestro interés común: superar la división, remediar los resultados desiguales, y gestionar con éxito las crisis irresolubles.
Porque podemos superar estas crisis.
Tenemos que actuar solidariamente con todos los que sufren violaciones de derechos humanos, y con gran gratitud ante la valentía de los defensores y las defensoras de los derechos humanos en todo el mundo.
Todos nosotros y nosotras seguimos siendo la mayor esperanza para los demás.
Por último, permítanme ofrecerles mi promesa: la promesa de mi Oficina. Y es la de que seremos firmes. Seremos un socio de confianza en materia de derechos, en la búsqueda de esta visión de los derechos que construirá un futuro mejor, una visión que ustedes nos han encomendado.
Muchas gracias.