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Educación

La educación tiene la capacidad de cambiar vidas

09 octubre 2019

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“Mi educación, lo que he aprendido, me ha levantado el ánimo cuando he estado deprimida”, añadió Maya Ghazal, Defensora Eminente del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). “Me ha dado fuerzas para hablar ante otras personas, compartir mis luchas con jóvenes adolescentes y sobre todo, dar a conocer mi mensaje”.

 

Para Ghazal, refugiada siria de 20 años residente en el Reino Unido, se trata de un mensaje simple: la educación empodera. Ghazal fue una de las ponentes del Foro Social, una conferencia anual en la que particulares, organizaciones de la sociedad civil, movimientos de base y miembros del Consejo de Derechos Humanos, tienen la oportunidad de debatir y aprender unos de otros sobre una gran variedad de asuntos. El tema del Foro de este año era la promoción y protección de los derechos de los niños y los jóvenes mediante de la educación.

El acceso a la educación puede suponer un gran desafío para los jóvenes atrapados en situaciones de conflicto o emergencia. El UNICEF informa de que más de 27 millones de niños se ven impedidos de asistir al colegio en zonas de conflicto.

Un gesto de bondad: el empoderamiento

En cuanto a los menores refugiados, las cifras son igualmente severas. El ACNUR informa de que 3,7 millones de niños y niñas refugiados permanecen sin escolarizar. Ghazal fue una de esas niñas. Tenía 15 años cuando huyó del conflicto en Siria y llegó al Reino Unido. Dijo que tuvo suerte: su padre ya se encontraba allí y les concedieron visados de reagrupación familiar a ella y al resto de su familia.

Pero el acceso a la educación siguió siendo un problema para la joven. Ghazal recordó que las escuelas se negaban a aceptarla, alegando que su nivel de inglés no era suficiente o porque no homologaban sus estudios previos en Siria. Incluso le dijeron que no podría cursar la carrera que inicialmente había elegido - ciencias políticas - ya que su inglés era deficiente. Al sentimiento de soledad y aislamiento se unió, tras la negativa de cuatro escuelas diferentes, la impresión de que era rechazada. Hasta llegó a creer que su condición de refugiada impedía que la tomaran en serio.

“Me pusieron una etiqueta y me encajaron en un estereotipo, y la gente creyó que mis capacidades y competencias eran limitadas”, añadió. “Aunque en aquel momento tenía apenas 16 años, algunas personas no consiguieron ver más allá de la etiqueta que me colgaron”.

Ghazal afirmó que fue un simple gesto de bondad lo que la impulsó por el camino correcto para acceder a la educación. La organización Children’s Society le pidió que pronunciara un discurso durante una fiesta para celebrar el fin del mes de Ramadán. Maya llevaba unos cuatro meses en el Reino Unido y su inglés seguía siendo limitado. Aun así quería contar su historia. Practicó el discurso una y otra vez, lo memorizó para poder pronunciar correctamente las palabras en inglés. Pronunció el discurso y al terminar, una mujer salió de entre la pequeña audiencia de diez personas, se acercó a ella y le dijo que su relato y su oratoria eran extraordinarios.

“Al decirme eso, me hizo creer de nuevo en mí misma”, dijo Ghazal. “Me hizo creer en mis capacidades y me hizo creer que podía mejorar. Tan sólo es una pequeña palabra -- sólo hay que acercarse y decírselo a alguien-- pero eso era exactamente lo que necesitaba oír en aquel momento”.

Estudiante, piloto y ejemplo

Ghazal mejoró. Al año, su inglés era lo suficientemente bueno como para presentarse a unos exámenes que le permitieron obtener una plaza en la universidad de su elección. En vez de estudiar ciencias políticas, decidió seguir su nueva vocación: pilotar aviones. Era un interés nacido de la fascinación de observar a los aviones despegar y aterrizar desde la ventana de la habitación de hotel donde ella y su familia vivieron temporalmente, cerca del aeropuerto de Heathrow.

En los últimos tres años, Ghazal ha estudiado ingeniería aeronáutica para hacer realidad su sueño de llegar a ser la primera mujer piloto, refugiada y de origen sirio. Y va por buen camino: actualmente está a punto de obtener la licencia para volar en solitario.

Además Ghazal sigue pronunciando discursos, en diferentes lugares y plataformas, sobre su experiencia de joven refugiada. Quiere que la gente cambie de parecer sobre lo que significa ser refugiado, mujer o incluso ser de origen sirio. Quiere mostrar que las personas como ella no suponen una carga para la sociedad, sino una ventaja. Y quiere inspirar con su historia a los jóvenes, sean o no refugiados, para que adopten la educación como herramienta de empoderamiento. 

“Quería mostrar a los demás que es posible empezar desde cero y tener éxito en cualquier cosa que uno haga o quiera hacer; es posible mientras uno tenga fe en sí mismo y en sus propias capacidades”.

El Foro Social del próximo año –que tendrá lugar los días 6 y 7 de octubre de 2020- se centrará en la lucha contra la pobreza y las desigualdades.

4 de octubre de 2019