Cambio climático, la contaminación amenaza las antiguas marismas de Iraq
24 noviembre 2023
Jassim Al-Asadi nació en una barca en las marismas del sur de Iraq. Sesenta y seis años más tarde, su vida sigue girando alrededor de las marismas, ahora con su trabajo actual como activista medioambiental e ingeniero de recursos hídricos, a la vez que lucha por salvar las marismas de su extinción.
“Esta zona solía ser pastos verdes y cañaverales, pero todo este lugar se ha secado,” declaró Al-Asadi a la vez que caminaba bajo un calor sofocante atravesando un paisaje de tierra estéril y agrietada. “Allá hay una casa donde solía vivir un ganadero de búfalos, pero tuvo que abandonarla y mudarse cerca del río Éufrates. Ya no quedan más pastos para búfalos.”
Los Árabes de las Marismas, la población indígena de los humedales de Iraq, llevan 5.000 años pescando y cultivando cosechas en esta zona, criando búfalos de agua y construyendo viviendas a partir de cañaverales sobre islas de cañas flotantes justo en el lugar donde los ríos Tigris y Éufrates se encuentran antes de ir a parar en el Golfo.
No obstante, el cambio climático, la contaminación del agua, la exploración petrolífera y la construcción de presas río arriba amenazan la supervivencia de este ecosistema delicado y de su antigua cultura mesopotámica, la cual algunos expertos han localizado su origen en los Sumerios.
Al-Asadi, director del influyente grupo conservacionista Nature Iraq, explicó que el cuarto año de sequía que llevan ya está transformando amplias zonas de lo que solían ser prósperas tierras húmedas y tierra agrícola en desiertos. La salinidad está aumentando en los cada vez más reducidos canales y vías navegables, acabando con la vida de peces y enfermando a los búfalos.
“Hay un cambio en marcha en el medioambiente,” señaló Al-Asadi, quien trabajó durante más de 30 años como ingeniero en el Ministerio de Recursos Hídricos de Iraq. “Uno de los motivos es el cambio climático y el efecto que este tiene sobre los niveles de agua en el Éufrates y el Tigris en Iraq.”
Cuando era niño en las marismas, Al-Asadi veía cómo los pescadores remaban sus canoas entre las cañas a la vez que los búfalos se bañaban en medio de una vegetación exuberante, pero ahora esas imágenes son difíciles de ver.
Conforme con un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y del Ministerio de Agricultura de Iraq publicado en julio pasado, la sequía actual es la peor padecida en 40 años. La rica vida salvaje de la zona, que incluye a muchos pájaros migratorios, se encuentra bajo amenaza, por lo que los ganaderos de búfalos y los agricultores se ven obligados a migrar en condiciones precarias a zonas urbanas como Basra, Najaf o Baghdad.
La vida de Haider Mohammed depende de su ganado. A pesar de vivir cerca de una vía fluvial cerca de Chibayish en las marismas centrales, él se ve obligado a traer agua dulce de otros lugares para poder dar de beber a sus búfalos, los cuales producen leche, carne y estiércol para combustible.
“El agua de esta zona es salada y está contaminada,” aseguró Mohammed, un veinteañero. “En el pasado teníamos 70 búfalos, pero solamente sobrevivieron 20. El resto o bien murieron o tuvimos que venderlos.” Más allá de la línea de cañas verdes que rodean su casa, el cambio se percibe como algo dramático: ya no quedan marismas, y estas han sido reemplazadas por tierra salada, seca y ya gastada.
«Nuestra vida depende del agua»
El Jeque Lebnan Abdul Al-Khayoun advirtió que un estilo de vida que ha persistido durante milenios basado en la ganadería, la pesca y la recolección podría desaparecer del todo al menos que se tomen medidas.
«Nuestra vida aquí depende en gran parte del agua. Si estas marismas se secaran, tendremos un gran problema para nuestra supervivencia,» afirmó a la vez que pasaba la mano por un collar de cuentas y daba sorbos a un té dentro de una mudhif, una estructura tradicional de caña que sirve como centro de reuniones para los Árabes de las Marismas, o Ma'adan, tal como se los conoce en árabe.
«Nosotros no somos ni comerciantes ni empleados ni tampoco tenemos otras profesiones con las que podamos conseguir otros ingresos. Las marismas han sido siempre la profesión de nuestros padres y nuestros antepasados,» explicó, a la vez que calculaba que los medios de vida de entre tres y cuatro millones de personas dependían del ecosistema que produce las marismas.
Sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO debido a su diversidad y su valor cultural, las marismas cuentan con una historia moderna llena de sobresaltos. Saddam Hussein secó la zona construyendo zanjas para poder expulsar a los rebeldes en la década de 1990, reduciendo con ellos los niveles de agua en un 90 por ciento. Decenas de miles de personas migraron a los EE.UU. y a Europa, pero una vez que el régimen hubo caído, se retiraron las zanjas y con ello volvieron el agua y los Ma'adan.
Contaminación y petróleo
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha identificado a Iraq como uno de los países más vulnerables al impacto del cambio climático debido a una combinación de temperaturas elevadas, falta de lluvia, sequía y escasez de agua, además de las frecuentes tormentas de arena y polvo.
Aparte de las habituales sequías, la contaminación está contribuyendo al deterioro del medioambiente de la zona, ya que millones de metros cúbicos de residuos industriales son arrojados a los ríos y vías fluviales, los cuales sirven para alimentar las marismas, aseguran los activistas medioambientales.
Los activistas denuncian que la contaminación provocada por proyectos de combustibles fósiles en la provincia de Basra, la cual presume de agrupar la mayor parte de las extensas reservas de petróleo y gas de Iraq, ha alcanzado niveles alarmantes y es una fuente considerable de enfermedades cancerígenas, de insuficiencia renal y de otras enfermedades.
«Basra está padeciendo un nivel grave de contaminación en lo que se refiere a agua, suelo, aire y también alimentos,» indicó Fadwa Tu’ma, perteneciente a la ONG local Ozon, a la vez que añadió que el calor extremo y la desertificación están contribuyendo a producir un desastre climático en la zona.
«Basra tenía en el pasado 30 millones de palmeras y ahora solo quedan menos de 1 millón. Anteriormente servía como un refugio verde en el desierto, pero ahora no queda protección alguna frente al viento o el polvo.»
Durante una visita al sur de Iraq el agosto pasado, el Jefe de Derechos Humanos Volker Türk declaró que el país vive una emergencia climática y que el mundo ha de hacer frente a esta era de clima en ebullición. Bajo un calor de 50 grados, Türk visitó una zona que solía mostrarse exuberante con palmeras datileras pero que se ha convertido ahora en un terreno seco y estéril.
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«Lo que se observa aquí es una ventana hacia el futuro de lo que está por venir en otras partes del mundo si continuamos fracasando en nuestro deber de tomar medidas preventivas y correctoras contra el cambio climático.»
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JEFE DE DERECHOS HUMANOS DE LAS NACIONES UNIDAS, VOLKER TÜRK
En una carta abierta publicada con anterioridad a la COP28 a celebrarse en Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos, Türk animó a los negociadores a apartarse de aquellas decisiones con poca visión de futuro y a situar a los derechos humanos en el centro de la política contra el cambio climático.
Cooperación regional
Al-Asadi, quién ha participado en numerosos proyectos de gestión de recursos hídricos destinados a mantener el medioambiente y la agricultura y así recuperar las marismas, declaró que el problema de la escasez de agua afecta a más países aparte de Iraq e hizo un llamamiento a encontrar una solución a nivel regional.
Él culpó a los vecinos Turquía e Irán por construir presas río arriba sin apenas consideración por los tratados internacionales. A la vez que el cambio climático empeora la crisis de los recursos hídricos, los países de la cuenca del Tigris-Éufrates deben cooperar por hacer realidad los derechos humanos al agua y el desarrollo y dejar a un lado las rivalidades, afirmó Al-Asadi.
En Iraq, la Oficina presta su apoyo a las iniciativas de grupos de la sociedad civil y de defensores de los derechos humanos para garantizar un acceso seguro a los recursos hídricos para todo el mundo y en pro de un uso sostenible y equitativo de estos recursos.
Al-Asadi aseguró que la lucha por los derechos humanos y las marismas vale la pena a pesar de todos los riesgos que conlleva. Los activistas medioambientales situados en Iraq suelen recibir amenazas y acoso de forma regular además de ser víctimas de detención arbitraria. A principios de este año, Al-Asadi fue secuestrado y golpeado repetidamente por un grupo armado no identificado antes de ser puesto en libertad dos semanas más tarde.
«Las marismas no son solamente un paisaje medioambiental y una economía, sino que forman también una cultura única en el mundo.»